Durante décadas La Santa
Montaña fue utilizada como lugar de oración y de reflexión donde también se
celebraba una misa de aniversario en conmemoración de la fecha de la partida de
Nuestra Madre en una humilde capilla construida allí.
El lugar además era el
centro de peregrinaje de multitudes deseosas de recordar la pasión y la muerte
de Cristo en un lugar sagrado durante la Semana Santa. El resto del año se
registraba un tenue, pero constante fluir de peregrinos hasta el humilde
oratorio del barrio Espino. La mayoría de los peregrinos, tras visitar la
capilla construida sobre el lugar donde Nuestra Madre dio su cambio, bajaba por
las laderas escarpadas de la montaña para llegar a La Santa Peña o para recoger
agua del manantial que Mamita prometió nunca habría de secarse.
Durante la década que dio
comienzo en 1970, se distribuía entre los peregrinos un opúsculo que resumía la
historia de La Santa Montaña. Esta publicación fue preparada por el padre Juan
Roldán con la autorización del primer obispo de la Diócesis de Caguas, monseñor
Félix Grovas.

Opúsculo
repartido entre los peregrinos durante
la década que comenzó en 1970.
Una de las personas que más ayudó a la preservación de La Santa
Montaña fue la alcaldesa del pueblo de la ciudad de Guayama, Obdulia Velázquez,
quien era devota de Nuestra Madre. Doña Obdulia se encargó de comprar (con sus
fondos particulares) varias cuerdas de terreno en La Santa Montaña para
preservar el lugar como un sitio santo, consiguió que la legislatura de Puerto
Rico aprobara una ley designando el lugar como ‘Cerro Nuestra Madre’ y que el
gobierno construyera una carretera que pasara frente al santuario. Los terrenos
adquiridos por la alcaldesa luego fueron cedidos a la Diócesis de Caguas.

La ex alcaldesa de Guayama, Obdulia Velázquez (tenencia 1942-1956.)
Foto
cortesía de Reinaldo Velázquez.
Desde su inauguración en 1985 y hasta 1998, la gran cantidad de
sanaciones y de apariciones marianas reportadas en el lugar por personas de
buena reputación y la certificación de la presencia de la Virgen María en el
lugar por videntes marianas reconocidas que visitaron la isla fueron los
catalíticos que generaron el constante fluir de visitantes de todas las clases
sociales, razas y nacionalidades al santuario, que hasta el año 2012 permaneció
abierto las 24 horas del día.
Al presente, los portones del lugar son abiertos todos los días a
las 8:00 am y cerrados al caer el sol.
Teléfono del santuario: 787.736.5750, Rector: padre Giovanni Ruiz
Esquivel.
Las instrucciones para allegarse al santuario están incluidas
en la sección ‘Peregrinajes’ de este portal.

El escudo episcopal del obispo emérito de la Diócesis de
Caguas, monseñor Enrique Hernández, conocido como ‘El obispo amado por su pueblo,’ aparece en el letrero que les da la
bienvenida a los peregrinos.

La iglesia del santuario contiene la imagen de la Virgen del
Carmen que Nuestra
Madre encargó
a un taller de España a través de una residente de San Lorenzo.

Imagen de Nuestra Señora del Carmen encargada por Nuestra Madre.

Una de
las estaciones del Vía Crucis.

La entrada a la llamada Planicie de San Francisco, que conduce al
área conocida como Las Tres Cruces.

Las Tres Cruces

Casa de Nuestra Madre

El Camino del Ángel. Esta vereda conduce al manantial.

El manantial que hizo brotar Nuestra
Madre. El consumo del agua y llenado de envases son gratuitos.

La Santa
Peña, ubicada en la ladera norte de La Santa Montaña. Foto por: Natividad
Ruiz
La Santa Peña, el lugar donde Nuestra Madre fue vista por
primera vez, está localizada en una zona boscosa de los
terrenos pertenecientes al sanlorenceño Natividad Ruiz, quien no sólo
permite el acceso libre de los peregrinos por su propiedad, sino que se
encarga del mantenimiento del lugar.
Si desea obtener instrucciones para allegarse al santuario, a La
Santa Peña y al Charco Azul, donde Nuestra Madre llevaba a su grupo de niñas a
jugar, favor de visitar la sección ‘Peregrinajes’ de este portal.
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